Cuántas veces nos hemos preguntado qué comeremos dentro de 20, 30 o 40 años; cómo han cambiado los hábitos alimentarios a lo largo del tiempo; o que la comida de hoy no es la de cuando éramos niños. Sin entrar en el debate sobre si los cambios han sido buenos o malos, el hecho es que la forma de comer ha cambiado a lo largo de los años y seguirá cambiando.
No es seguro que en el futuro los alimentos se entreguen en forma de píldora (me atrevo a decir que no, ya que el placer de una buena comida no puede ser sustituido por una píldora) o que comer insectos se convierta en algo normal y habitual en nuestra sociedad. O cuando por fin encuentra la clave para comer de todo sin engordar.
Lo que sí podemos decir es que las tendencias actuales son las que caracterizan los cambios del futuro próximo, y que algunas de ellas ya se están aplicando en el ámbito de la alimentación.
Respeto a los animales
Las proteínas animales están siendo sustituidas gradualmente por proteínas vegetales. Ya existen en el mercado hamburguesas sin carne elaboradas con legumbres, setas, remolacha, soja o tofu. Y las hamburguesas están haciendo lo mismo. Pechuga de pollo y salami de guisantes y soja.
La línea también fabrica “queso” sin leche a base de aceite de coco o nueces, que da un producto que recuerda al queso, y helados sin leche a base de proteínas de judías o guisantes.
Nutrición personalizada
Los avances en genética también están teniendo un impacto en la alimentación. Algunos restaurantes se comprometen a dar de comer según los genes de sus clientes. Para ello, se realiza un análisis genético unas semanas antes de la visita al restaurante. Los resultados se utilizan para crear un menú personalizado basado en las características genéticas, indicando qué alimentos pueden ser más adecuados o beneficiosos para la salud del cliente.
Reducir el consumo de grasa, azúcar y sal
Los alimentos con alto contenido en grasa, azúcar y sal son los más insalubres para el organismo, pero también los más sabrosos por su sabor y efectos agradables. Para reducir el consumo sin renunciar a este agradable efecto, la industria alimentaria trabaja en los llamados neuro-sabores y en la micro o nano-encapsulación.
Los neuro-sabores son sustancias aromáticas que se añaden a los alimentos para mejorar su valor nutricional sin que el consumidor note ningún cambio de sabor, textura u olor. La microencapsulación, por su parte, consiste en encapsular el azúcar o la sal de forma que sólo se liberen cuando el alimento se descomponga. De este modo, se utiliza menos cantidad y es una técnica que permite la liberación controlada de nutrientes.
Alimentos impresos
Sí, los alimentos se pueden imprimir. Algunos restaurantes ya utilizan estas impresoras para hacer comida y no es de extrañar que en un futuro próximo ocupen su lugar en la cocina familiar junto al horno microondas: Pan, carne, pasta, chocolate, mueslis o frutos secos…
Estas máquinas permiten imprimir alimentos con cualquier forma, por compleja que sea, lo que es muy popular en la gastronomía creativa. Lo que no pueden hacer todavía es cocinar, aunque todo llegue a la cocina.
Alimentos sostenibles
Mantequilla hecha con agua de cocción de garbanzos, cerveza hecha con restos de pan, aperitivos hechos con fibras de desecho de la producción de aceite de girasol son sólo algunos ejemplos de producción sostenible que algunas empresas están poniendo en práctica, además de su compromiso de utilizar envases compostables.
Está claro que la alimentación del futuro se adaptará a las necesidades de los consumidores no sólo en el ámbito culinario, sino en todos los ámbitos, y se basará en tres ejes: Salud, sostenibilidad y protección del medio ambiente, sin olvidar la satisfacción en el sentido más amplio de la palabra.
Otros artículos que te pueden interesar:
- Aprende a limpiar y pulir la plata ennegrecida y oxidada
- ¿Es mejor una afeitadora eléctrica o una cuchilla? Pros y contras
- Cómo hacer el autentico y verdadero alioli
- Principios activos naturales y farmacológicos para bajar la presión arterial alta
- Tratamiento para la sequedad vaginal en mujeres mayores