El verano, con el calor, las vacaciones y la suspensión o cambio de algunos servicios, puede ser una época más difícil que otras para los enfermos de Alzheimer y sus cuidadores.
Hemos preparado los siguientes consejos para vivir y afrontar el Alzheimer en verano:
¿Actividades al aire libre en verano con enfermos de Alzheimer?
Sí, con precaución. Sobre todo después de un año en el que la vida al aire libre estuvo limitada, hoy, gracias a las vacunas y a la temporada de calor, podemos recuperar la movilidad y la capacidad de contacto de nuestros seres queridos. Y eso es importante, porque el verano puede ser una época difícil para los pacientes de Alzheimer, lo que puede afectar a la calidad de vida y complicar un poco más las cosas. He aquí algunas sugerencias para disfrutar del verano con nuestros seres queridos.
Verano y enfermedad de Alzheimer: 3 actividades al aire libre
Pasea por la ciudad
Cuando el tiempo sea más fresco, preferiblemente a primera hora de la mañana, puedes dar un paseo por la casa, por el parque o por el jardín si lo tienes.
Estimulación cognitiva
En lugar de salir a pasear, se puede sentar en el jardín o el parque y observar lo que ocurre a su alrededor. Podemos tratar de estimular a nuestros seres queridos mostrándoles flores, personas y animales, y haciéndoles notar los sonidos y los olores. Una actividad que puede ser divertida si es posible es la jardinería. De nuevo, esto sólo debe hacerse en las horas más frescas y cuando el sol aún brilla, con un sombrero.
Actividades de ocio
En función de las preferencias de las personas a nuestro cargo, de su historial y de la gravedad de su demencia, podemos proponer actividades como: ir al bar a tomar un café o sentarse a tomar un helado. En verano hay muchos eventos y espectáculos al aire libre: si no hay demasiada gente, asistir a un concierto o a una representación teatral puede ser estimulante. Una visita a un museo o a una iglesia también es una posibilidad, si nuestro paciente puede tolerar la presencia de otras personas y permanecer de pie durante un tiempo.
Hay muchas posibilidades, pero como siempre, hay que tener en cuenta, pensar y hablar con nuestro médico u otros profesionales, si es el caso. Según el carácter y el historial de nuestro paciente, debemos determinar las actividades más adecuadas sin alterar su rutina diaria, lo que podría ser contraproducente. Los factores a tener en cuenta son:
- La historia personal, es decir, los hábitos, intereses y pasiones antes del diagnóstico, ya que también es posible que las actividades que se disfrutan se vuelvan intolerables y viceversa. Es necesario hacer un esfuerzo y estar dispuesto a cambiar;
- Personalidad, es decir, rasgos de carácter antes de la aparición de la enfermedad;
- Condición física. Por ejemplo, no podemos imaginarnos acompañando a nuestro familiar a un museo si está limitado en su capacidad para caminar de forma independiente o para salir de casa. Siempre hay que tener en cuenta las capacidades reales.
- Estado cognitivo-conductual. Antes de iniciar una nueva actividad, es necesario evaluar cómo podría reaccionar un enfermo de Alzheimer en un entorno concreto y ante determinados estímulos.
- Entorno: la tarea del cuidador es hacer un análisis cuidadoso del entorno exterior, identificar los lugares de interés, evaluar las posibles barreras arquitectónicas y favorecer los paseos con bancos o sillas y las zonas cubiertas en caso de lluvia o sol fuerte.
En verano, puede ser una buena idea que las personas con Alzheimer salgan y cambien de entorno o de actividad, ya que esto puede estimular los sentidos y reactivar los buenos recuerdos, proporcionando una sensación de ánimo y confianza. Y el ejercicio siempre es bueno. Pero además de los beneficios de la supervisión, existen riesgos al sugerir cosas nuevas que pueden ser demasiado difíciles o incómodas.
Lo mejor es pedir consejo a nuestro médico para que juntos podamos revisar todas las opciones y elegir la más adecuada para nuestros enfermos de Alzheimer.