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Alzheimer y terapias no farmacológicas: El tren de las terapias

El tren terapéutico pretende aliviar a los enfermos de Alzheimer devolviéndoles los recuerdos y las emociones, calmando a las personas y reduciendo los estados de excitación característicos de la enfermedad.

Se trata de un viaje virtual de 45 minutos en una sala acondicionada como un autocar, con asientos y una ventana por la que se ven imágenes de un paisaje en movimiento. Es muy sencillo decirlo, pero la eficacia de esta terapia no farmacológica, utilizada cada vez en más residencias de ancianos (pero también para niños autistas o personas deprimidas), es inmediata.

La terapia comienza en una sala de espera retro, reproducida con todo lujo de detalles, donde los pacientes pueden vivir una situación realista que les retrotrae a momentos ya vividos en su pasado. A continuación, entramos en el vagón, donde una pantalla muestra imágenes de paisajes en movimiento, que evocan emociones y recuerdos, calmantes pero también estimulantes para las relaciones entre los presentes.

Como todas las terapias no farmacológicas, su objetivo es mejorar la calidad de vida de las personas con demencia, aliviar los trastornos y también evitar el uso excesivo de tranquilizantes. El tren es un receptáculo emocional que puede estimular los recuerdos, las emociones y las relaciones y en el que las personas se relajan o activan según sus necesidades. Al mismo tiempo, estas actividades también son útiles para los cuidadores, ya que mantienen a la persona cuidada de buen humor y hacen que toda la gestión sea menos compleja.

Y aunque estas terapias son posibles, ya que una réplica a tamaño real de un vagón de tren sólo es necesaria en las residencias de ancianos, hay muchas otras terapias no farmacológicas que también pueden practicarse en casa, por ejemplo la terapia con muñecas.

La terapia del tren, desarrollada por el profesor Ivo Cilesis, simula un viaje imaginario, pero vivido como real en términos de emociones y sensaciones, y por tanto capaz de estimular la memoria afectiva-emocional y, si es posible, las capacidades cognitivas residuales de los pacientes.

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