Es normal, sobre todo a partir de cierta edad, preocuparse por los olvidos y pensar en una forma de demencia, incluso en la enfermedad de Alzheimer. Aunque la pérdida de memoria es uno de los síntomas más comunes y más tempranos de la enfermedad, no es el único, y no siempre lo es. A menudo es simplemente una consecuencia normal del envejecimiento.
Por supuesto, cualquier persona que descubra que ha olvidado episodios pasados o note este síntoma en un ser querido debería hacerlo. Pide una cita para ver a un especialista para un posible diagnóstico de la enfermedad. Este síntoma puede ir acompañado de otros que dificultan la realización de las actividades cotidianas, como se describe en nuestra guía de los síntomas más comunes de la enfermedad de Alzheimer. El habla indistinta, la desorientación espacial y temporal, el desinterés, los cambios de humor e incluso los cambios de personalidad son otros síntomas que pueden aparecer en las primeras fases de la enfermedad. Sin embargo, hay que tener cuidado de no autodiagnosticarse, ya que aunque se trata de señales de alerta, sólo un médico puede hacer un diagnóstico.
Los primeros síntomas más comunes de la enfermedad de Alzheimer y cuándo buscarlos
1. Pérdida de memoria
¿Cuándo hay que preocuparse?
- Si olvida la información que acaba de aprender.
- Cuando las mismas cosas se repiten muchas veces
- Cuando le cuesta encontrar objetos cotidianos o están colocados en lugares poco habituales.
- Cuando se olvidan las fechas importantes o los cumpleaños
¿Cuándo no hay que preocuparse?
- Pequeños descuidos, como olvidar una fecha o un cumpleaños, pero luego recordarlo con un poco de concentración.
2. Dificultades para cumplir con las obligaciones
¿Cuándo hay que preocuparse?
- Dificultad para planificar el día o concentrarse en actividades y compromisos.
- Aficiones y pasatiempos que ya no tienen mucho interés.
- Cuando las actividades diarias normales se vuelven agotadoras
- Cuando no puedes completar una receta que ya has hecho varias veces.
¿Cuándo no hay que preocuparse?
- Los errores en el rendimiento son ocasionales y notables.
- Cuando la fatiga de la actividad implica cosas que nunca se han hecho o visto antes.
3. Confusión espacial y temporal
¿Cuándo hay que preocuparse?
- Cuando no sabes cómo llegar a casa
- Cuando te pierdas o no sepas dónde estás
- Cuando no esté seguro de la fecha actual
- Cuando tiene problemas para recordar si un acontecimiento ocurrió en un pasado cercano o lejano.
¿Cuándo no hay que preocuparse?
- Si hay un error en las fechas y espacios, lo corregimos inmediatamente
- Si la desorientación se produce en lugares desconocidos
- Cuando se pueden encontrar objetos perdidos
4. Dificultades con idiomas
¿Cuándo hay que preocuparse?
- Si tienes dificultades para seguir una conversación Las palabras no te sirven para mantener una conversación
- Cuando te interrumpen en medio de una frase y no sabes qué hacer.
¿Cuándo no hay que preocuparse?
- Cuando las palabras fallan.
5. Dificultades visuales
¿Cuándo hay que preocuparse?
- Si tiene dificultades para reconocer letras o palabras escritas o para distinguir colores.
Cuando se hace difícil juzgar los espacios y las distancias entre los objetos
¿Cuándo no hay que preocuparse?
- Cuando los médicos consideran que los problemas de visión son signos normales de envejecimiento
mal criterio
¿Cuándo hay que preocuparse?
- Cuando se toman decisiones imprudentes, como hacer compras precipitadas, llevar ropa inadecuada o no prestar atención.
¿Cuándo no hay que preocuparse?
- Cuando se toman malas decisiones ocasionales, pero no son graves.
Apatía
¿Cuándo hay que preocuparse?
- Cuando te falta la motivación para hacer cosas que siempre has disfrutado o para reunirte y hablar con tus amigos y familiares.
¿Cuándo no hay que preocuparse?
- Cuando se trata de un período de fatiga motivada.
Cambios en el estado de ánimo (humor) y la personalidad.
¿Cuándo hay que preocuparse?
- Si a menudo los escuchas confundidos, tristes o asustados, especialmente si estás fuera de la familia.
- Cuando los amigos y la familia notan cambios de personalidad.
¿Cuándo no hay que preocuparse?
- Cuando el nerviosismo provoca cambios en la rutina.